Si alguien me hubiese dicho algún día que nos encontraríamos en esta vida llena de locura y caos, casi me hubiese costado creerlo.
Ahora tienes 27 primaveras y mueres de vida cada día.
Has volado tanto, que a veces me costó encontrarte, pero siempre fue fácil hacerlo al mirarme al espejo y ver que llevo tanto, tanto de ti.
Aprendí contigo a sonreír a borbotones de colores y aunque a veces nos fracture el tiempo, o la distancia
nunca llegué a sentirte lejos.
Amistad, amor, felicidad, imaginación, creatividad, epicureismo, confianza, añoranza...
son las ramas de nuestro, centenario, árbol genealógico.
Que nunca deje de ser una vela tuya cada año, cada momento.
Gracias por aparecer en mi vida y cumplir sueños conmigo.
Todos esos momentos, crecen en años, ahora ya tienes veintisiete y dos mil momentos que son de los dos.
Que en la próxima tarta, no nos olvidemos de soplar.
SÉ FELIZ SIEMPRE :)